El ser humano permanece, a lo largo de su vida, atrapado entre dos fuerzas: una que lo lleva a estar con los demás, como ser sociable que es, y otra que lo impulsa a buscar autonomía y libertad. Así, necesita estar con otra persona para no sentir la soledad y, a la vez, desea estar solo para disfrutar su independencia. Como parte de estas necesidades emocionales, se une en pareja, pero cuando esa relación lo lleva a perder su individualidad, a depender del otro, a no ser capaz de tomar decisiones propias, a “no dormir” por estar dependiente de las ocupaciones de su “media naranja” y a hacer cualquiera cosa para estar a su lado o retenerle, ese apego deja de ser normal para volverse patológico.
Tal es el caso de las mujeres que se embarazan para “amarrar” a su pareja, de quienes se resisten a separarse a sabiendas de que su relación es un desastre o de aquellos que no permiten que su pareja trabaje con tal de mantenerla siempre bajo control. Mejor dicho, la persona se anula y se convierte en un apéndice del otro. Es esa actitud egoísta la que establece la diferencia con el amor, en el cual uno se nutre del otro para crecimiento mutuo.
Las consecuencias de la dependencia emocional (apego) se traduce en que va menoscabando la autoestima del sujeto, además pueden reprimirlo hasta el punto de conducirlo a decisiones violentas en caso de separación, pues “el ape-gado” siente que no es nadie y que no puede vivir sin la otra persona. Las causas de este comportamiento, se sabe que todo apego tiene su origen en una carencia y en un temor que se han cultivado desde la niñez. De hecho, es el seno de la familia donde la persona va consolidando una representación de lo que puede esperar del mundo con términos emocionales. Tal es el caso de las personas que fueron privadas de relaciones afectivas “nutrientes”, estas personas desarrollan un esquema con su pareja en el que cree que no merecen recibir nada, pero aun así se tornan demandantes. Estas son las personas que quieren “amarrar” al otro, pues tiene tanta “hambre afectiva y tanta frustración que prefieren atarse a cualquier persona, con tal de recibir algo y de no quedarse solos”.
Otro de los factores asociados al apego, es la supervisión total de los padres en la niñez. Según esto, cuando se sobreprotege a un menor se le está enviando el mensaje:”Tu no puedes y por eso yo estoy aquí para ayudarte”. Por eso, mas tarde esta persona depositará todo en la otra persona, al no sentirse capaz de nada. Por lo general quienes desarrollan un apego así son personas inmaduras emocionalmente, inseguras, que no tienen autocontrol ni autodisciplina, con baja tolerancia a la frustración y al sufrimiento, y muy dependientes. De ahí que, según las necesidades emocionales de cada cual, existan varios tipos de apego, que están íntimamente ligados con la pareja que se busca consciente o inconscientemente. Pueden buscar la seguridad y protección, porque se sienten incapaces de bastarse así mismos; le temen a la soledad y a la desprotección. Buscar la estabilidad pues resultan vulnerables a las rupturas afectivas y por eso necesita de constantes señales de confiabilidad del otro, tiene miedo al abandono. Muchas veces carecen de autoestima y su temor es el desamor, requieren de frecuentes demostraciones de cariño. Por no tener un autoconcepto elevado de lo que son capaces, desarrollan el temor a la desaprobación y al desprecio.
Ante cualquier situación de apego, las preguntas que surgen son: ¿Que tanta confianza o libertad puedo darle a mi pareja? ¿En qué aspectos debemos ser independientes y en cuales no? Por lo general cada pareja tiene una dinámica diferente, pero es de tener en cuenta que cada persona se proyecte hacia el futuro y se cuestione “para que” está con su pareja, y esto le dará la medida sobre lo que es necesario compartir. Pero sobretodo, hay que considerar que lo más importante no es en qué soy Independiente y qué me reservo, sino qué tanto le aporto a mi pareja. Es vital tener en cuenta que “el nivel de respeto mutuo que se alcance es el que debe dejar espacio para la confianza, por lo que no hay razón para pensar que si la persona comparte otro espacio va a ser infiel”. Claro esta que hay quienes abusan de la confianza que les brinda su pareja. Porque no sienten amor ni compromiso con ella, por eso la “Libertad” debe ser bien entendida y responsable. “Todos estamos avocados a un sin numero de tentaciones en la calle, pero el amor es una decisión, y si uno quiere estar con esa persona, no va hacer nada impulsivo y pasajero que ponga en peligro su relación”.
Tal es el caso de las mujeres que se embarazan para “amarrar” a su pareja, de quienes se resisten a separarse a sabiendas de que su relación es un desastre o de aquellos que no permiten que su pareja trabaje con tal de mantenerla siempre bajo control. Mejor dicho, la persona se anula y se convierte en un apéndice del otro. Es esa actitud egoísta la que establece la diferencia con el amor, en el cual uno se nutre del otro para crecimiento mutuo.
Las consecuencias de la dependencia emocional (apego) se traduce en que va menoscabando la autoestima del sujeto, además pueden reprimirlo hasta el punto de conducirlo a decisiones violentas en caso de separación, pues “el ape-gado” siente que no es nadie y que no puede vivir sin la otra persona. Las causas de este comportamiento, se sabe que todo apego tiene su origen en una carencia y en un temor que se han cultivado desde la niñez. De hecho, es el seno de la familia donde la persona va consolidando una representación de lo que puede esperar del mundo con términos emocionales. Tal es el caso de las personas que fueron privadas de relaciones afectivas “nutrientes”, estas personas desarrollan un esquema con su pareja en el que cree que no merecen recibir nada, pero aun así se tornan demandantes. Estas son las personas que quieren “amarrar” al otro, pues tiene tanta “hambre afectiva y tanta frustración que prefieren atarse a cualquier persona, con tal de recibir algo y de no quedarse solos”.
Otro de los factores asociados al apego, es la supervisión total de los padres en la niñez. Según esto, cuando se sobreprotege a un menor se le está enviando el mensaje:”Tu no puedes y por eso yo estoy aquí para ayudarte”. Por eso, mas tarde esta persona depositará todo en la otra persona, al no sentirse capaz de nada. Por lo general quienes desarrollan un apego así son personas inmaduras emocionalmente, inseguras, que no tienen autocontrol ni autodisciplina, con baja tolerancia a la frustración y al sufrimiento, y muy dependientes. De ahí que, según las necesidades emocionales de cada cual, existan varios tipos de apego, que están íntimamente ligados con la pareja que se busca consciente o inconscientemente. Pueden buscar la seguridad y protección, porque se sienten incapaces de bastarse así mismos; le temen a la soledad y a la desprotección. Buscar la estabilidad pues resultan vulnerables a las rupturas afectivas y por eso necesita de constantes señales de confiabilidad del otro, tiene miedo al abandono. Muchas veces carecen de autoestima y su temor es el desamor, requieren de frecuentes demostraciones de cariño. Por no tener un autoconcepto elevado de lo que son capaces, desarrollan el temor a la desaprobación y al desprecio.
Ante cualquier situación de apego, las preguntas que surgen son: ¿Que tanta confianza o libertad puedo darle a mi pareja? ¿En qué aspectos debemos ser independientes y en cuales no? Por lo general cada pareja tiene una dinámica diferente, pero es de tener en cuenta que cada persona se proyecte hacia el futuro y se cuestione “para que” está con su pareja, y esto le dará la medida sobre lo que es necesario compartir. Pero sobretodo, hay que considerar que lo más importante no es en qué soy Independiente y qué me reservo, sino qué tanto le aporto a mi pareja. Es vital tener en cuenta que “el nivel de respeto mutuo que se alcance es el que debe dejar espacio para la confianza, por lo que no hay razón para pensar que si la persona comparte otro espacio va a ser infiel”. Claro esta que hay quienes abusan de la confianza que les brinda su pareja. Porque no sienten amor ni compromiso con ella, por eso la “Libertad” debe ser bien entendida y responsable. “Todos estamos avocados a un sin numero de tentaciones en la calle, pero el amor es una decisión, y si uno quiere estar con esa persona, no va hacer nada impulsivo y pasajero que ponga en peligro su relación”.
Lo que si es seguro es que no va a existir ninguna persona que colme todas nuestras necesidades, pero lo vital es que responda a nuestra demanda afectiva. Entonces un consejo es: unirnos en el amor, sin confundirnos o coartarnos, y diferenciarnos, caminar en la confianza, darnos libertad sin sentirnos separados.
Que vuestro amor sea auténtico, sin fingimiento. Rechacen todo lo que sea malo, y no se aparten de lo que sea bueno.
(Romanos 12:9)
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