Muchas dificultades con los cuales tropiezan los padres proceden de su incapacidad para regular los sentimientos contrarios con respeto al hijo. Cuando la persona se convierte en padre o madre, se despiertan en ella emociones tan intensas como las que vinculas a un recién nacido con su madre o a los enamorados entre sí. Especialmente en las madres se produce el mismo deseo de posesión completa, la misma dedicación e idéntica retirada de interés con respecto a los demás.
Por desgracia y sin darnos cuenta, junto con los sentimientos de amor entran en juego sentimientos contrarios. La irrupción de sentimientos de hostilidad en las madres o del padre hacia el bebé parece tan extraña y tan horrible, que muchas personas tienen dificultad para aceptarlo. No obstante, es una realidad y en ocasiones muy dura realidad, tanto para los padres como para los hijos.
Aunque resulta difícil explicar estos sentimientos hostiles, es evidente que los sentimientos que aparecen en los individuos que se convierten en padres o madres, son muy similares a las emociones que se sienten ante los padres y hermanos cuando se es niño. Por ejemplo, la madre que ha sufrido privación materna, puede convertirse en una mujer incapaz de sentir afecto o puede experimentar una intensa necesidad de poseer el cariño de su hijo y hará todo lo posible por obtenerlo.
El progenitor cuyo amor por su madre iba mezclado con un antagonismo frente a las exigencias de la misma, puede llegar a manifestar resentimiento y odio ante las apetencias del lactante. Estos trastornos no tienen como base la simple recurrencia de antiguos sentimientos, sino la incapacidad por parte del progenitor para tolerarlos y regularlos. Aquellos que experimentaron en su niñez una intensa ambivalencia hacia sus padres y hermanos, y que luego recurrieron inconscientemente a alguno de los primitivos y precarios medios de resolver conflictos, no están preparados para resolverlos cuando llegan a ser padres.
En vez de reconocer la naturaleza de sus sentimientos hacia el hijo y de adoptar su comportamiento de acuerdo con ello, se encuentran movidos por fuerzas que no conocen y confundidos por sentirse incapaces de ser cariñosos y pacientes como desearían. Su dificultad tiene que ver con el surgimiento de sentimientos encontrados, contra los cuales se enfrentan inconscientemente con los métodos que utilizaban en la temprana infancia, época de la vida en la que no disponían de otros mejores.
En conclusión, la causa fundamental de los errores parentales (padre-madre/hijos) consiste en que los sentimientos que tienen hacia sus hijos se encuentran alterados por conflictos inconscientes que proceden de su niñez. De ahí la importancia de hacerse consciente de ellos, analizarlos y tratar de superarlos en la relación padre e hijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario