sábado, 7 de junio de 2008

TIEMPO DE CALIDAD !!!

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La preocupación de todos los padres es formar a sus hijos como personas capaces de afrontar el futuro con mayor seguridad. Por esa razón los pocos o muchos minutos que se les dediquen deben estar llenos de diálogo y comunicación. Muchas personas se sienten culpables por no estar todo el tiempo al lado de sus pequeños y piensan que si lo hicieran podrían formar mejores niños.
Sin embargo, el desarrollo profesional de la mujer, la sociedad de consumo y la difícil situación económica que se enfrenta, hacen necesario que la mujer tenga que trabajar para ayudar en el sustento de la familia. Por eso hay que buscar un equilibrio entre la calidad y la cantidad del tiempo que se dedica a los pequeños. Se equivocan quienes les dan demasiada libertad, pero también aquellos que son “cansones” y “cantaletosos” hasta el punto de fastidiarlos. La clave del equilibrio está en corregir al niño cuando él lo necesite.

Hay un consejo divino que dice: Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y consejo de Dios. (Efesios 6:4).

El infante debe sentir siempre que sus padres tienen toda la disponibilidad del mundo para dedicarle el mejor tiempo posible, aunque sólo sean 10 ó 30 minutos. Esos instantes se dan, casi siempre, en la mañana o en la noche, y hay que proporcionarles sin afán ni tensión y hacer lo posible, sobre todo en la mañana, para que la salida de la casa no se convierta en una carrera contra reloj. Si quiere estar con sus hijos más tiempo, levántese al menos con 20 minutos de anticipación.

Para establecer un diálogo efectivo con los pequeños cuando regresen del colegio y saber cómo les fue durante su día de estudio, empiece por contarles cómo le fue a usted en su trabajo, qué hizo y qué cosas le acontecieron (pero tome en cuenta que sean asuntos que puedan entender y relacionar con sus propias actividades). Las experiencias de ellos irán brotando espontáneamente y así no se sentirán presionados ni en un interrogatorio, sino como parte de una conversación agradable.


Los fines de semana son propicios para compartir y jugar con los niños, porque es cuando ellos no tienen que ir al colegio y los padres no tienen que trabajar. Pero, ¿A que jugar y cómo hacerlo?. Jugar no es una imposición, el juego es el derecho que tiene el infante de distraerse. Lo esencial del juego con el niño no es educar (aunque puede ser un gran mecanismo educativo), lo importante del juego es que los pequeños se diviertan. Cuando se cambian las prioridades, él no disfruta de este tiempo sino que lo considera como otro de sus deberes.

El niño debe ser quien diga a qué desea jugar. Por eso no necesitan los sofisticados juegos importados, pues todo lo que hay en la casa puede ser un juguete para él: la ropa vieja de la madre, el maquillaje, los zapatos grandes de su padre, las ollas, las tapas y hasta las cajas.
Puede sacar partido de las salidas al parque o la visita a los abuelos, para jugar durante el camino diferenciando los colores, las señales y los lugares. El niño debe disfrutar de la compañía, pues no se trata simplemente de “sacarlo a la calle” sino de compartir y reír con él, aprovechando, de paso, para enseñarle algunas cosas.

Por último, no olvide que los besos y abrazos nunca serán demasiados, al contrario, lo ayudarán a afrontar el futuro con más seguridad.

El amor que sus hijos
den a los demás
será el fruto del que usted
les haya brindado.

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