miércoles, 23 de julio de 2008

EL RESPETO.


El respeto es fundamental, básico y necesario para mantener una relación armónica con los demás. Además es una obligación que contraemos desde el mismo momento en que nos hacemos conscientes.

El amor y el respeto van de la mano. Cuando se ama, se aceptan y se perdonan los defectos del otro. Cuando se escoge depositar afecto y ternura en la gente que nos rodea, la vida se vuelve más agradable y alegre.

Todos debemos ser respetados, sin embargo hay quienes lo exigen sin merecerlo. El respeto se gana cuando se aprende a darlo a los demás. Nunca lo recibiremos si no lo hemos ofrecido a quienes nos rodean.

Si existiera mayor respeto entre los hombres no habría tanta violencia. Todo consiste en tratar a los demás con la dignidad y distinción que se merecen, en aceptar que el otro piensa, opina y actúa de manera diferente a la suya.

Sin respeto, una relación de pareja no funciona. Si conoce las grandezas y debilidades de su compañero, aprenderá a entenderlo y a ayudarlo cuando lo necesite.

Nunca cuente a su familia los problemas que tiene con su pareja, esto sólo le hará tener mayores conflictos y malentendidos. Además, cuando haya pasado la tormenta, todos habrán quedado con una imagen equivocada de su relación. Es conveniente que cuando tenga una dificulta en su relación acuda a una persona de confianza, a un orientador, a un consejero espiritual, quienes le podrán ayudar a resolver su problema, brindándole la información, el consejo o la alternativa para salir de la encrucijada.

Es diferente que hable de los problemas con su pareja con el fin de encontrar caminos para solucionarlos, a que lo haga con la intención de poner en su favor a los demás y hacer creer que la culpa de todo la tiene el otro. El respeto también consiste en callar y ser prudente. Nunca grite a su pareja y mucho menos le diga palabras que puedan herirla. Recuerde que después de que se han dicho las cosas, es muy difícil que se olviden del todo. Es mejor que espere a que se calme la situación. Cuando usted aprende a escuchar y a dialogar en calma y armonía, se hacen más sencillos los problemas.

Otra manera de respetar a su pareja es no meterse en su intimidad. Todos necesitamos de un espacio y es mejor que su pareja no se sienta invadida ni asfixiada. No se le ocurra leer su correspondencia sin permiso ni escuche sus conversaciones telefónicas, no revuelva sus papeles ni esculque sus bolsillos.

No permita que su pareja piense que le está espiando, la confianza también es respeto. Cultive una relación sincera y afectuosa donde se puedan tratar situaciones diferentes. Si lo hace de esta manera logrará comunicar sus puntos de vista y llegar a buenos acuerdos.

El respeto es un sentimiento o una actitud deferente con la que se trata a alguien en razón de su autoridad, edad o merito. Nos lleva a reconocer los derechos, la dignidad y el decoro de una persona y nos obliga a abstenernos de ofenderle.

Recuerde que pareja viene de par y por tanto ambos componentes deben involucrarse y comprometerse en la lucha por obtener el equilibrio y mantener la armonía de la relación. Si logra tener una comunicación abierta, comprensiva, afectiva y sincera evitará muchos problemas y será más feliz.

viernes, 11 de julio de 2008

HONRÁLOS !!!!!

La gente mayor, como tiene más fresca su memoria respecto a lo vivido hace años, que frente a los acontecimientos recientes, suele contar anécdotas, aventuras y hazañas de otros tiempos que gustan especialmente a los niños. Esta costumbre, además de ayudar a mantener la memoria familiar, es una manera sencilla y divertida para que los niños conozcan sus raíces a sus orígenes.

Aunque los abuelos no están a la moda en cuestión de juegos de video o computadores, ellos tienen la ventaja de poder enseñar a sus nietos las tradiciones de la familia para que las conversen. En muchas familias, los abuelos son personas con valores religiosos, morales y familiares que son dignos de ser seguidos e imitados por las nuevas generaciones. En las culturas de Oriente, los abuelos tiene una alta estima y por eso sus opiniones y consejos son imprescindibles para la educación de los más jóvenes.

Hablar con los nietos, de los grandes y bellos recuerdos, de los malos y los tristes, va creando en el niño valores de la vida y del trabajo, que son muy importantes para su crecimiento emocional y espiritual. Los abuelitos, aunque consentidores, forman parte de la educación de sus nietos gracias a su gran experiencia, no se puede negar que muchas personas aprendieron a tejer o a bordar con sus abuelas, o a pescar y a pintar con sus abuelos.

En las fechas especiales, generalmente los abuelos son los que explican el valor de las fiestas, con ellos se aprende de música y de baile (tango, Charleston o vals), también de cocina (postres que son secretos de familia), de costumbres (coleccionar estampillas, jugar cartas), etc. Son muchas y muy variadas las tradiciones que existen en cada familia.
Aunque en ocasiones no se crea, así, los abuelos tienen un papel trascendental en la educación de las tradiciones y en la cultura familiar. A estos seres tan queridos y tan sabios hay mucho qué aprenderles.

Ninguna guardería reemplaza los maravillosos cuidados de los abuelos hacia los nietos. A través de sus juegos y de sus charlas, los niños aprenden a socializarse con gente de todas las edades, y a entender el significado una vida que tiene propósitos, metas y valores.

La admiración por los abuelos y el respeto hacia ellos son fundamentales para que los hijos experimenten el valor de la familia.

Con manifestaciones de amor, los abuelos prolongan en la educación de sus nietos lo que han aprendido a lo largo de su vida. Los abuelos conservan las tradiciones familiares.

Delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Dice el Señor vuestro Dios.
(Levítico 19:32).

lunes, 7 de julio de 2008

CULPABLE !!!!

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Los padres utilizamos dos técnicas educativas para lograr que nuestros hijos se mantengan dentro del límite de lo social y moralmente aceptable. A una se le conoce como resistencia a la tentación, y consiste en castigar (lastimar) al infante para que no cometa la conducta inadecuada. Este castigo condiciona al sujeto al dolor que produce la sanción. Es decir, genera miedo. Cuando papá y mamá no estén, la sola idea de violar las reglas le producirá temor y sufrimiento anticipado, entonces evitará sentir la sensación desagradable. Si el sujeto se autocontrola y se porta bien, no aparece la ansiedad.

La otra técnica no induce miedo, sino culpa. Aquí los padres no castigan introduciendo un aversivo externo, sino que hacen sentir mal al niño por haberse portado mal. Por ejemplo, supongamos que un muchacho rompe un jarrón de porcelana fina y la mamá comienza con un lamento desdichado, reiterativo y sostenido sobre cuánto quería el dichoso jarrón. La tragedia en grado superlativo. Al muy poco tiempo, el pequeño transgresor, sentirá en carne propia el dolor de su madre. Lo experimentará con penitencia, con culpabilidad: “Mi mamá está sufriendo a causa de mi descuido...Soy el responsable de su dolor”. Es probable que al no soportar más la situación, pida perdón: “Perdóname mamá. Me equivoqué, soy un torpe. No lo vuelvo a hacer”. Acto seguido, la madre recompensa doblemente al niño: deja de echar cantaleta (le quita el aversivo) y lo abraza con ternura (lo premia afectivamente).

Si este estilo se vuelve costumbre, el niño se sensibilizará al sentimiento de culpa como si fuera un choque eléctrico. Cuando los papás no estén, se portará bien para no sentirse culpable, es decir, evitará la incomodidad del remordimiento. En realidad, uno puede asumir la responsabilidad del dolor causado e intentar repáralo sin atacar la valía personal:”Me equivoqué. Asumo mi responsabilidad. Realmente lo siento mucho y me duele lo pasó...Intentaré remediarlo…”. Esto es suficiente. No hay que suicidarse emocionalmente para reconocer los errores. Puedo sentirme consternado y muy preocupado, pero aún así mantenerme digno frente a la equivocación.

Una verdadera educación por valores, no debe incluir miedo ni culpa, sino convicción razonable. O lo que es lo mismo: creencia valorativa. No robar, porque va en contra de mis principios, es distinto a no robar porque no quiero sentirme malo o porque me da miedo que me pillen. En el primer caso actué por una motivación ética, en el segundo, para evitar el malestar.

Un estilo de vida cargado de culpa, es como un carro con el freno de emergencia puesto. Todo es lento y complicado. La espontaneidad cede paso al temor, y cada actuación se somete al escarnio interior a ver si pasa el examen. No digo que debamos despreocuparnos de nuestros actos y obrar con libertinaje, lo que sostengo es que como seres racionales y conscientes, podemos recapacitar sin flagelarnos y aprender sin condenarnos.


viernes, 4 de julio de 2008

APOYAR CON RESPONSABILIDAD !!!

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Para nadie es un secreto que no hay nada más importante para la estabilidad emocional del ser humano que una relación armónica familiar. Y esto comienza por la pareja. Así que si realmente quiere ser feliz y vivir en paz, comience por trabajar su matrimonio y dedicarle el tiempo que se merece.

¿Qué no sabe como? En particular es porque cada vez que quiere dialogar o tener una atención especial con su pareja, ésta se mete mas en si misma o le presta menos atención. Entonces vienen las quejas y los reproches mutuos. Cuando este tipo de situaciones se presentan, es necesario ver el patrón de comportamiento como un problema, donde cada uno de los dos está provocando la actitud del otro. Lo primero que se debe hacer es dejar de intentar que la otra persona cambie, convencido(a) de que esta haciendo lo correcto; la persona que pretender “ayudar” o “conmover” a la otra, lo que hace es empeorar la situación. Tratar a la pareja como a un chiquillo puede causar mayor depresión en el otro. Si quiere romper el círculo vicioso de una relación en la cual uno de los dos miembros quiere y el oto huye siempre, debe olvidarse de los fantasmas de rescate. Dígale a su pareja que esta en disposición de ayudarle y que tiene ideas para hacerlo, pero que lo hará cuando ella tenga también la disposición de recibir ese apoyo y esos consejos. Luego, resista el impulso de interferir. Puede resultar duro, pero es necesario.

Los hombres en particular, cuando se deprimen tienden a guardar los sentimientos, al contrario de las mujeres-Y a sumergirse en el trabajo, en un deporte, e incluso, en la bebida. Eventualmente salen adelante solos. Ustedes comparten la vida pero no deben “vivir” y mucho menos manipular la del otro.

Trate de ver el problema de la otra persona como algo que usted comparte en vez de algo que solo le atañe a ella. Es muy difícil vivir con alguien depresivo sin ser afectado(a) por ello. Peor aún, si el estado de ánimo de la otra persona le ha llevado a encerrarse emocionalmente. Es probable que usted sienta soledad, rechazo y hasta furia. Las soluciones a los problemas hay que buscarlas conjuntamente y no imponerlas.

Piense en lo que pueda hacer para que a usted no le ataquen la amargura o el resentimiento. ¿Que tal dedicarle más tiempo a algo que disfruta o poner en marcha esa idea que ha soñado realizar desde hace mucho tiempo? Cuéntele a su pareja sus planes. Eso ayudará a que de pronto él o ella se anime y haga lo propio. Si las depresiones y males de su pareja se han convertido en altibajos consuetudinarios es hora de que también piense en sus propias necesidades.Si todo parece indicar que su pareja no quiere o no puede cambiar, pregúntese que comportamiento definitivamente usted no esta dispuesto(a) a aceptar. Y hágaselo saber. Al final, la mejor forma de ayudar a una pareja deprimida es expresar su amor y preocupación pero poniendo de presente hasta qué punto está dispuesto(a) a llegar. Luego, trátele como a un adulto que puede asumir su propia vida. De lo contrario, la otra persona nunca tomará las riendas de su existencia ni madurará.

Así que, los que son fuertes deben soportar las flaquezas de los débiles, y no buscar solamente el agrado de si mismos. Cada uno de nosotros debemos llevar sobre nuestros hombros la responsabilidad de velar por las dudas y los temores del prójimo, hagamos cuanto contribuya al bien y a la edificación de ellos, nos instruye la palabra de Dios. Y aun con más responsabilidad a los de su familia. (Romanos 15:1).B.D.