jueves, 5 de abril de 2012

EL MATRIMONIO...


El matrimonio es como un equipo, el cual  tiene que conocerse muy bien para poder ser más eficientes. Cuando se habla de Equipo, se habla de: Unidad, Complemento, Fidelidad, Compromiso, Propósito y Apoyo mutuo.

Un equipo debe trabajar en unidad. Es imposible obtener buenos resultados cuando hay división  o no hay una disposición de trabajar en equipo. El equipo del matrimonio debe tener esta conciencia de unidad en su relación y evitar toda actitud de división. Unidad no significa estar de acuerdo en todo, pero si estar dispuestos a escuchar, reconocer y ceder cuando se vean mejores opciones para toma de decisiones.

Somos complementarios. Los hombres y las mujeres son muy diferentes en muchas formas; y todas estas diferencias nos hacen complementarios, no incompatibles. En un equipo se conjugan las diferencias para cubrir todas las áreas. En el equipo del matrimonio, igualmente las diferencias se complementan para tener un hogar balanceado y estable. Las fortalezas del uno son generalmente debilidades en el otro y viceversa.

En un equipo los miembros deben ser fieles en cumplir su responsabilidad cada uno de acuerdo a las instrucciones del Director. Hay reglas e instrucciones que nos ha dejado nuestro Padre Celestial como diseñador del Matrimonio y tenemos que esforzarnos por cumplirlas y permanecer fieles a esas instrucciones para bien del equipo. Cada miembro debe cumplir sus responsabilidades fiel e incondicionalmente. Al aceptar a nuestro cónyuge aceptamos el compromiso de trabajar por el bienestar y la felicidad de él (ella). Es un compromiso que adquirimos como hijos de Dios y que lo cumplimos para honrarlo a ÉL. Si se cometen errores, se debe asumir la responsabilidad y hacer los cambios necesarios para mejorar.

Todo equipo tiene un propósito; y el propósito del Matrimonio es formar una familia y disfrutar de todas las cosas buenas de la vida a la manera de Dios. El propósito del matrimonio es que logren la meta del equipo, no las metas individuales. Que logren ser campeones como matrimonio y como familia.

En un equipo los componentes del mismo se deben apoyar mutuamente. Si alguno falla, los demás lo cubren y lo ayudan. Igualmente en el Matrimonio, ambos cónyuges deben tener una actitud de apoyo incondicional para mantener la estabilidad emocional y esa libertad que los ayudará a alcanzar grandes cosas. Un equipo que hace bien las cosas es prosperado. Un matrimonio que funciona como un equipo, es un matrimonio que será prosperado en todo. Si su matrimonio no ha funcionado como un equipo, tome la decisión junto con su cónyuge de poner la conciencia de equipo en su relación y de trabajar en los aspectos que sea necesario para lograr convertirse en un equipo ganador. Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado.

Amados, les deseamos que sean prosperados en todo y que tengan salud, así como prospera su alma. 3Juan:2

viernes, 6 de enero de 2012

CARÁCTER FUERTE...


Cualquiera puede enojarse fácilmente; basta con permitir que los impulsos actúen libremente. Lo contrario, controlarse, es más difícil. Ahí reside el carácter fuerte, en manejar los impulsos, según la conveniencia. Quien se comporta como un niño malcriado, exhibiendo conductas impertinentes y ofensivas, está lejos de poseer un carácter fuerte. Más bien, tiene un carácter débil al no manejar sus propios impulsos. No hay fortaleza ni equilibrio, ¿cómo puede catalogarse entonces de "fuerte", aquella conducta lesiva para propios y extraños? 

Fuerte es aquel que no cae en provocaciones, y que pese a estar indignado, es capaz de expresarse con respeto. O tendríamos que asumir que Jesucristo, tenia carácter débil, porque ni se imponía ni maltrataba a nadie? ¿Quiénes son los fuertes? ¿Quiénes son los débiles de carácter? Quiénes muestran mejor manejo de sus impulsos, ¿aquéllos que saben canalizarlos? o ¿aquéllos que los expresan hiriendo a los demás? 
                                                                                                                                  
Nunca le reiteres a tu pareja impulsiva que posee un carácter fuerte, porque le reforzarías, alimentarías su conducta irregular. Todos prefieren la etiqueta de carácter fuerte (por protección de su autoestima) y evaden la de débil. Hay un doble y confuso mensaje al reprocharle a tu pareja su "carácter fuerte", pues protestas por el maltrato recibido, al mismo tiempo que le atribuyes una condición envidiable ("fuerte"). No es fuerte. Por el contrario, es débil, hay un desequilibrio emocional. Comprensible ante condiciones traumatizantes o muy críticas, pero intolerable como hábito.
 

El otro punto importante, es ¿cómo te comportas tú, justamente en esos momentos, frente a su violencia verbal, psicológica o física? Ello explica en buena parte, su reincidencia. La pasividad a veces es un buen recurso, en otros, una complicidad. La violencia en estado de embriaguez no puede contrarrestarse ni combatirse mediante conductas emotivas. Es decir, nada de retar o desafiar al borracho. A veces, hasta el mismo razonamiento es inefectivo frente a la alta ingesta de alcohol.
 

La total pasividad e incondicional obediencia ante el autoritarismo de la pareja, "y que en aras de evitar discusiones y pleitos", sólo refuerza su reincidencia y el abuso. Te conviertes en una maltratada profesional, "masoquista" en términos de dichos populares, pero no según definición del estudio de la intimidad de la pareja. La contraparte no es precisamente nivelarse en la modalidad de violencia o ataque, sino darse el permiso de expresar genuinamente el malestar emocional, sin insultar, e interrumpir la discusión ante el primer insulto, humillación o desvalorización. Hay que sentar el precedente de que es válido argumentar, forcejear verbal y emocionalmente, para desahogarse y lograr nuevos acuerdos, siempre y cuando no haya maltratos. El uso de términos negativos sólo destruye la relación, ocasionando huellas y cicatrices emocionales más profundas que las mismas desavenencias maritales que originaron la discusión. No debemos renunciar a la liberación de emociones de dolor y rechazo, sino controlar la agresión.
 

Debes entrenar y habituar a tu pareja imponente, a disculparse, comprometerse con respetar y rectificar, antes de proceder con el bendito e ingenuo perdón verbal. La absolución se gana, no se otorga sin méritos, sin esfuerzo y sin compensación por el daño emocional causado. El perdón fácil, falso, es inefectivo, es un espejismo, que sólo trae una fugaz reconciliación basada en las buenas intenciones, pero condenada al fracaso. 

Las parejas maduras comparten, respetan, proponen, no imponen. Tratan a los demás, de la misma manera, como ellos quisieran ser tratados. La persona madura puede alterarse, como todo ser humano, pero es ocasional y bajo fuertes presiones, no como una conducta habitual. Quien se siente seguro, no necesita demostrarlo. Quien confía en sí mismo, respeta a los demás. Sugiere, propone y permite las discrepancias, sin indignarse. 

En  muchas ocasiones una persona busca inconscientemente resolver viejos conflictos de la adolescencia e infancia, adultez, repitiendo historias de diferentes personajes. Y si necesitas ayuda, no dudes con consultar un líder  profesional, en vez de vivir con ese temor justificando a tu pareja aparentemente de carácter fuerte, pero en realidad de carácter débil e impulsivo.


               La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor
                                                                                                            (Proverbios 15:1)