domingo, 14 de marzo de 2010

HABLAR CON DIOS

Todos podemos hablar con Dios. Pero la pregunta es: Lo hacemos? ¿Con qué frecuencia? ¿En qué momentos?
Jack Hayford, un hombre de Dios dijo: Un mundo dice: Esperar cuando no hay esperanza, es una prueba de necedad.
Otro mundo responde: Lo necio del mundo, es más sabio que los hombres.
La sociedad suplica: ¿Hay salida para mí?
Negocios naufragados en las rocas de los reveses financieros. Matrimonios cuyo amor se ha escurrido y la sociedad afirma que el divorcio es la respuesta. Informes médicos que en silencio gritan: Cáncer. Niños que estallan en pautas de conducta que no se pueden predecir.
Facturas amontonándose sobre un libro de cheques exánime (sin señales de vida).
Empleos que desaparecen y la condición de sin trabajo conduce al obrero a un callejón sin salida.
Esperanzas a largo plazo que se desvanecen. Dolor continuo de un problema físico que no tiene alivio.

En estos puntos la fe se empaña, pero no hay otra cosa que hacer, que conversar con Dios. Es decirle a él con una actitud sincera que no lo podemos hacer, que Jesucristo es el autor de la vida y el único camino a Dios.

Mateo 11: 28: Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar.
Así como el Creador le da a su criatura la capacidad de tener sed, es porque existe el agua para satisfacer esa necesidad, y como cuando él crea al hombre hay alimento para corresponder a ese apetito, así mismo él inclina a los hombres a orar o a conversar con El, es porque en la oración hay una correspondiente bendición para ellos.

Excelencia en la conversación con Dios. Quizás has dicho, yo le hablo a Dios y él no me responde. ¿Estarás haciéndolo en la forma correcta?.

Hay condiciones para llegar a la excelencia en la conversación con Dios. 2 Crón. 7:14. Si se humillare mi pueblo, cobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra,

Humillarse: bajar, inclinar una parte del cuerpo como la cabeza o rodilla, en señal de acatamiento. Abatir el orgullo y altivez, hacer actos de humildad (sumisión, rendimiento).
Orar. Hablar con Dios. Rogar, pedir, suplicar.

Buscar Su rostro. Implica siempre, y mientras pueda ser hallado. Sal. 105:4: Buscad a Dios y su poder, Buscad siempre su rostro. Isaías 55:6: Buscad a Dios mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cerca.

Convertirse de los malos caminos. Is. 55:7: Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Dios, el cual tendrá de él misericordia y al Dios nuestro el cual será amplio en perdonar. Joel 2: 12,13: Por eso ahora dice Dios: convertíos a mí con todo vuestro corazón. Hch. 26:18: para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios para que reciban por la fe que es en Jesucristo, perdón de pecados y herencia entre los santificados. Saulo el cruel perseguidor se convirtió en Pablo el hermano de tierno corazón. Hch. 9: 1; 21:13. La mujer samaritana, de reputación deshonrosa, se convierte en testigo de la verdad. Juan 4 :17, 18,29.

Cuatro condiciones para llegar a la excelencia en la conversación con Dios: Humillarse, orar, buscar el rostro de Dios y convertirse de los malos caminos.

¿Cómo saber que estamos en la excelencia en la conversación con Dios?

1. Dios oirá desde los cielos.2. Perdonará nuestros pecados.3. Sanará nuestra tierra.
Si tomamos en cuenta las cuatro condiciones y las ponemos en práctica, porque son exigidas por Dios, entonces veremos la excelencia y nuestras vidas encontrarán paz en medio de la tormenta, sabiduría cuando nos hace falta, salud y vigor él promete dar a nuestros huesos, guía para las decisiones de la vida, comprensión familiar, y satisfacción en lo que hagamos, pues todo lo haremos como para El y no para los hombres.